El investigador del Centro de Estudios Mayas del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, Guillermo Bernal Romero, descifró el glifo maya yej o T514, que significa filo y con lo cual se podrán comprender a detalle alrededor de 50 inscripciones de carácter bélico de esta cultura prehispánica.
Entre las inscripciones que contienen este glifo destaca el nombre de la tumba del rey Pakal,
que a 63 años de su descubrimiento por el arqueólogo Alberto Ruz
Lhuillier, hoy se puede descifrar como “La casa de las nueve lanzas
afiladas”.
En entrevista con
Notimex, Bernal Romero indicó que la primera vez que alguien dibujó y
fotografió este glifo fue el dibujante del arqueólogo inglés, Alfred
Mosley, a principios de siglo XX en Palenque, y que el ejemplo más
antiguo que se ha encontrado es en un registro de prisioneros en
narrativas guerreras en Dzibanché, al sur de Quintana Roo del año 500
D.C.
Y además de estar en
Palenque, se encuentra en Dos Pilas y Piedras Negras, Guatemala;
Tortuguero, Tabasco y Toniná, Chiapas, entre otros lugares.
Los glifos mayas regularmente representan objetos de la vida real,
no obstante por décadas se intentó descifrar éste sin éxito ya que su
“forma lobulada como con unas estrías y una ondulación superior a
primera vista no parecía nada concreto e identificable”, señaló.
El
investigador dijo que estudiando el glifo y buscando los datos
esenciales que llevaran a su significado, se observó que éste tenía “un
complemento fonético inicial Y, y un complemento final que era g, lo
cual indicaba que lo más probable es que empezará con una sílaba Y y
terminará con una consonante J, así que una de las posibilidades es que
la lectura de ese glifo misterioso fuera Yej”
Luego
Bernal Romero pensó que si era algo que cortara tenía que ser como un
diente, de modo que revisó dientes humanos para ver si podía identificar
la forma del glifo, pero no se parecían a éste. Continuó la búsqueda
pensando en que tal vez se trataría del diente de un animal “como un
tiburón o un jaguar, algo que cortara mucho”.
Así,
el investigador revisó los dientes de jaguar y “al verlos de frente no
se parecían, pero cuando vi las fauces de perfil distinguí el glifo en
el molar superior”.
La
coincidencia de la forma del glifo con la del diente del jaguar, tiene
sentido “porque los mayas habían escogido un elemento de la naturaleza
cortante, muy filoso que es el molar superior del jaguar para expresar
un adjetivo que es yej y que significa filo”.
Y
si bien los mayas pudieron escoger cualquier elemento cortante de la
naturaleza como el diente de otro animal, escogieron el del jaguar porque es un animal que está relacionado con la guerra,
dijo el especialista, pues “de hecho, el dios sol jaguar del
Inframundo, la entidad patrona de la guerra en muchas ciudades mayas
tiene un aspecto de jaguar y con el mundo subterráneo”.
Bernal
Romero agregó que el siguiente paso en el proceso de desciframiento fue
comprobar que esa lectura tuviera sentido en el contexto de las
inscripciones. “Se sabía que ese glifo se asociaba muy a menudo con
otro, que es te, (lanza), entonces yej te, significa lanza afilada, lo
cual tiene sentido, afirmó.
Al
buscar otras expresiones y analizarlas se observó que todas tenían que
ver con un cuestiones bélicas como “un señor fue capturado por la lanza
afilada“, “Pakal capturó a prisioneros con la lanza afilada y con la de
un dios”.
Agregó que otros glifos que tienen relación con los objetos que representan son: Otoch, (casa) es un glifo que tiene como un techito como de palmas; Tok’ (pedernal) es como una figura caprichosa con filos, que son las muescas del cuchillo de pedernal y el glifo pakal, que es un escudo.
Pues
“es algo muy común en los mayas, porque lo que querían era tener
efectividad en la comunicación, que el lector identificara a la primera
la palabra que se estaba representando”.
Finalmente, comentó que existen alrededor de mil 500 glifos mayas diferentes, de los cuales entre el 15 y 20% siguen sin descifrar.
Notimex.
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